ü La contaminación por plomo también se sufre en
Lima
La intoxicación por plomo no sólo se vive en La Oroya, decenas de
niños del Callo no son ajenos a esta realidad. En el Callao, otros setenta niños han sido intoxicados
con el metal pesado. Según la Dirección General de Salud del Callao, los niños
en edad escolar tienen entre 50 y 60 ug/dl de plomo en la sangre. Mirtha Callán
es madre de uno de los niños envenenados y esta semana presentó una carta al
Congreso de la República en señal de solidaridad con los padres y madres de La Oroya. “Entiendo el
dolor de los padres de La Oroya. No es justo que un niño tenga que vivir
contaminado desde bebé por un mineral que lo está matando lentamente. Mi hijo
no es un niño normal. La minería no ha hecho nada por los niños contaminados ni
nos han dado ningún tipo de indemnización”, dice Callán desde su casa del asentamiento
humano Hijos del Cuarto Sector,
cercana a la zona industrial de Néstor Gambeta en el Callao.
Mirtha y otras 250 familias viven rodeadas por empresas almaceneras de minerales que se transportan de la mina hacia el puerto del Callao. Durante más de diez años han vivido, literalmente, secuestrados por una atmósfera contaminada. Los miles de camiones de carga de las empresas Cormin (hoy Impala Perú), Perubar y Neptunia que a diario transportan el plomo hacia sus almacenes no cuentan con las condiciones de seguridad necesarias. No son camiones herméticamente sellados y dejan tras de sí residuos de plomo regados en las carreteras, que luego son absorbidos por niños y adultos. “Dicen que construirán una franja transportadora de la empresa directamente hasta el puerto y a las embarcaciones. Pero no es suficiente. El otro gran problema son los robos del mineral. El polvo de plomo es sustraído de los camiones transportadores por pequeñas bandas de asaltantes que luego los almacenan en las casas de los vecinos”, señala Callán.
Daniel, de 8 años, es el hijo de Mirtha y tiene 65ug/dl (microgramos
por decilitro) de plomo en la sangre. Es un niño con desventajas. Nació
prácticamente envenenado. “Se duerme en
clases, no tiene buena memoria, le duele la cabeza”, dice su madre. Fue a comienzos
de los noventa, que Callán entró en cuentas de que la anemia que sufría su otra
hija menor tenía relación con los residuos de plomo que a diario encontraba
regado por la carretera que pasa frente a su casa. Tenía 42ug/dl microgramos
por decilitro de plomo en la sangre y presentaba las mismas molestias que
Daniel: “dolor de cabeza, de los huesos, de la barriga, tenía mucho sueño”,
dice Mirtha. Su hija fue una de las primeras niñas que dieron positivo al
envenenamiento colectivo con plomo que habían sufrido los niños de esta zona
del Callao. “Hay un caso de un niño que
creció con los huesos de la pierna deformes”, agrega Mirtha y cuenta que no
recibió ningún tipo de indemnización. “Múdese de zona o interne a su hijo en un
hospital”, le dijeron. “He hecho denuncias al Ministerio de Energía y Minas, al
Ministerio de Salud, ante la Comisión del Medio Ambiente del Congreso, y la
posta atiende sólo en lo básico, le dan un complemento de calcio, una ampolla
de amoxicilina o ibuprofeno a mi hijo”, dice.
Callán sensibilizada con el tema por la mala experiencia que
atraviesa, invocó al presidente del Congreso Daniel Abugattás, a que no apoye
la aprobación del Proyecto de Ley que
daría luz verde al reinicio de las operaciones de la fundición de Doe Run en La
Oroya. “La empresa volverá a funcionar y
con ella la contaminación”, dijo Mirtha Callán.
El plomo causa daños irreversibles en los órganos, especialmente en
los niños. Rebaja el coeficiente intelectual, causa daño en el sistema nervioso
central, es causante de hipertensión arterial, produce daño renal, anemia, daña
el sistema inmune y causa alteraciones del aparato reproductor. Este es el
resultado que han arrojado múltiples estudios que se han hecho sobre los
perjuicios del mineral en el organismo. “Hay mujeres que han tenido abortos
espontáneos, hay niños que nacen con plomo”, dice Mirtha Callán y narra
nuevamente el drama que viven sus vecinos debido a la contaminación. Está comprobado que el plomo puede provocar
infertilidad y más probabilidades de abortos espontáneos. Esto, con el añadido de que el plomo absorbido
no desaparece, se almacena en los
huesos, uñas y dientes. Según un estudio de Andrei N. Tchernitchin de la
Universidad de Chile: “En animales experimentales, la exposición a plomo daña
el aprendizaje. En el ser humano, causa déficit en el funcionamiento del
sistema nervioso central, déficit en el aprendizaje, disminución en el
rendimiento escolar, dificultades en la lectura y una disminución de la
coordinación visual-motora”.
“Sonrisitas de plomo” es una asociación que ha creado Mirtha Callán en
noviembre del 2011 y otras madres de niños intoxicados para atender el
problema. “Las madres de Sonrisitas de Plomo,
apoyamos a las madres de La Oroya que quieren defender la vida y la salud de
sus hijos. No se debe aceptar el chantaje de la empresa Doe Run que siempre
amenaza, que si no la apoyan, cierran la empresas y la población se queda sin
trabajo”, finaliza.
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