Manuel Rojas del Sindicato Unificado de Áreas de la
Producción de La Oroya (SUTAP)
Representante de uno de los sindicatos de La Oroya dice
que Doe Run Perú coaccionaba a los trabajadores. Sindicatos están en contra de
que DPR retorne a la dirección del Complejo Metalúrgico.
“Si no apoyas la paralización no hay trabajo”, Manuel
Rojas del Sindicato Unificado de Áreas de la Producción de La Oroya (SUTAP)
resume así lo que fue laborar bajo el régimen de Doe Run Perú durante los
últimos diez años. Él es trabajador del circuito de zinc del Complejo
Metalúrgico de La Oroya, que reinició sus operaciones parcialmente desde el 28
de julio último bajo la batuta de Rigth Bussines, la empresa que lleva a cabo
la liquidación en marcha del complejo hasta que ingrese un nuevo operador.
Mientras tanto Doe Run continúa presionando. Ha
demandado al Ministerio de Energía y Minas ante el Poder Judicial con la
finalidad de desconocer al Estado en la Junta de Acreedores que se creó para
llevar a cabo el proceso de liquidación.
“Right Bussines ha hecho todo el esfuerzo para reiniciar
las operaciones, Doe Run nunca tuvo la voluntad. No aceptó reiniciar las
operaciones al menos de uno de los circuitos porque estaba esperando que se le
otorgara la ley para que siga operando y contaminando. Por eso consideramos que
la paralización fue ilegal”, dice Rojas.
El Complejo Metalúrgico estuvo paralizado desde hacía
tres años. Alrededor de 2,500 trabajadores continuaron marcando tarjeta y
recibiendo el 70% de su sueldo. Manuel Rojas fue uno de ellos. El cambio en la
actitud de los trabajadores hacia Doe Run, quienes en muchas oportunidades
paralizaron la ciudad, se debe, según Rojas a que “el pueblo se dio cuenta que
Doe Run los utilizó”.
Existen cinco grupos sindicales en la fundición. Tres de
ellos están formados por “empleados al servicio de Doe Run”, dice Rojas. “Doe
Run coactaba a los trabajadores. Les decía ‘si no apoyas, no hay trabajo’ o ‘si
no apoyas, vamos a perder todos’(…) Si Doe Run retorna el pueblo de la Oroya,
el Estado tendrá que pensarlo dos veces. Volverá a utilizar al pueblo y someter
al Estado”, agregó el dirigente sindical.
Por su parte, la abogada Nely Ledesma, asesora del
sindicato del SUTAP dice que el giro de la actitud de los trabajadores hacia
Doe Run se dio porque “se han dado cuenta que Doe Run incumplió sus
obligaciones ambientales, incumplió con la construcción del último circuito y
engañó a los trabajadores diciéndoles, el 2009, que la suspensión de la
fundición era temporal (al final duró tres años), y diciéndoles, además, que el
único culpable de la contaminación de La Oroya era el Estado porque no había
resuelto el problema de los suelos. DPR les decía que en el suelo estaba la
mayor contaminación y que por eso se enfermaban los niños”.
Ledesma agregó que durante los más de diez años que Doe
Run operó en La Oroya no sólo fue zinc, cobre y plomo lo que se fundía en el
complejo, “los trabajadores me dijeron que entraba todo tipo de residuos
mineros. La llamada “basura”, concentrados de metales que ninguna otra empresa
iba a fundir. Concentrados que contenían arsénico, altamente tóxico para la
salud”.
Tanto Rojas como Ledesma recuerdan
que no sólo los vecinos de la fundición fueron contaminados por las malas
maniobras ambientales de Doe Run. “Los trabajadores han sido los más afectados
a la concentración de plomo en la sangre”, dijeron.
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