Emma Gómez, de CooperAccion, integrante de la Plataforma
La Oroya por un cambio advierte ante posible reingreso de Doe Run Perú al
Complejo Metalúrgico.
“El Estado debe poner condiciones”
Dos estrategias son
las que ha ideado, Doe Run Perú para volver a operar el Complejo Metalúrgico de
La Oroya. Por un lado, presiona para que la Junta de Acreedores, acepte un nuevo
plan de reestructuración, poniendo fin al proceso de liquidación en marcha. Por
el otro, Doe Run busca mediante la vía judicial desconocer la acreencia del
Estado peruano y con ello dejar fuera al Ministerio de Energía y Minas (Minem)
de la Junta de Acreedores.
El complejo
metalúrgico de La Oroya estuvo paralizado durante tres años y estas semanas
reinició sus operaciones bajo la batuta de Rigth Bussines, la empresa
liquidadora que tiene como función administrar el complejo por los próximos
seis meses hasta que otro operador ingrese. “El plan de Ira Rennert,
propietario de Doe Run Perú, es que la Junta de Acreedores acepte la
reestructuración de la empresa para retomar el control. Y eso es lo que sigue
intentando ante la Junta de Acreedores presentando el plan de reestructuración
y a través del Poder Judicial presionando para que el Estado quede fuera y que
sea Doe Run Cayman el máximo acreedor”, dice Emma Gómez, sub directora de
CooperAcción.
El proceso judicial
para desconocer al Estado Peruano está en curso. Doe Run planteó la demanda
ante el Cuarto Juzgado Transitorio Contencioso Administrativo, a cargo de la
jueza Enma Bacilio Salazar buscando
invalidar la resolución de Indecopi que reconoce al Estado como acreedor. Si la magistrada Bacilio resuelve a favor de
Doe Run, el Minem perdería la condición de principal acreedor y su lugar lo
ocuparía Doe Run Cayman.
Por otro lado, “Doe
Run ha querido que se acepte su plan de reestructuración, que no garantiza el
cumplimiento de estándares ambientales. Recordemos que esta empresa no culminó
la construcción de la planta de ácido sulfúrico que garantizaría un ambiente
sano”, agrega Gómez.
Recordemos, además,
que el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) debería realizar una auditoría
ambiental a Doe Run y cumplir con su rol fiscalizador y sancionador ya que es
evidente que Doe Run no cumplió con su último proyecto.
“Respecto a los
sindicatos, Doe Run ha perdido la credibilidad”, dice Gómez. Rigth Bussines al
adquirir la administración del complejo les ha garantizado que seguirán
recibiendo sus sueldos. Sin Doe Run presionando, los sindicatos tienen una
posición de apoyo al Estado, han reconocido la importancia de un respeto por el
medio ambiente y que Doe Run no es una empresa responsable y que no sería bueno
que retome el control del complejo.
Gómez subrayó que “ya
que el complejo será ofertado, el Estado debe poner condiciones: cumplir con
los estándares ambientales, con todos los proyectos para que el complejo vuelva
a funcionar en buenas condiciones, respetar los acuerdos laborales, tiene que haber
un compromiso a la salud con la población afectada y establecer medidas de
contingencia que garantice que no se afecte la salud de la población”, dice.
“Reconocemos que el
Estado ha tenido una posición firme. Lo peor que puede pasar es que la Junta de
Acreedores acepte el plan de reestructuración y Doe Run regrese a operar. El
escenario sigue siendo complejo, esperamos que el proceso judicial siga un
curso normal. Consideramos que hay suficientes argumentos”.
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