Con la liquidación en marcha de Doe Run Perú (DRP), sale a flote una
pregunta crucial: ¿Qué inversión tendrá que hacer el nuevo operador del complejo metalúrgico para
no contaminar La Oroya?
El compromiso ambiental que se le deberá exigir al nuevo dueño es la
ejecución de un plan de acción que considere la modernización del complejo
metalúrgico y el control al 100% de las emisiones fugitivas. El nuevo operador
deberá garantizar el cumplimiento de los estándares de calidad ambiental (ECAs)
para aire y agua, sobre todo ahora que los ECAs de aire se encuentran en su
nivel más bajo en La Oroya. Si lo comparamos con años atrás, en el 2007, la
contaminación del aire por material partículado PM10 (partículas de desechos
como plomo, cadmio, arsénico, polvo y otros) era de 66.53 µg/dl y el 2012 bajó,
considerablemente, a 19.91 µg/dl.
El complejo metalúrgico procesa tres tipos de metales: plomo, zinc y
cobre, según su Programa de Adecuación y Manejo Ambiental (PAMA), Doe Run Perú
se comprometió a construir tres plantas de ácido sulfúrico para los circuitos
de los metales mencionados. Hasta el
2009, DPR había cumplido con la construcción de dos plantas para los circuitos
de plomo y zinc. La planta para el circuito de cobre sólo se avanzó en un 57%,
esta sería la mayor inversión que debió hacer la empresa para garantizar un
medio ambiente limpio, pero no cumplió.
Las plantas de ácido sulfúrico son de vital importancia porque
capturan el material particulado, que contiene plomo, arsénico, cadmio y otros
metales pesados, antes que salga al ambiente y los precipita con agua. Al
capturarlos convierte a los gases en ácido sulfúrico, componente que la
fundición reutiliza y vende. Según
información del Ministerio de Energía y Minas, las inversiones estimadas para
capturar al 100% los gases de los tres circuitos y para la culminación de la
Planta de ácido sulfúrico varían entre US$ 157.81 y US$ 183.52.
Cabe recordar que la
contaminación en La Oroya se ha debido a las emisiones que desde la chimenea
principal, ahora paralizada, se emitían diariamente, contaminando con dióxido
de azufre, plomo, cadmio y arsénico, el aire, agua y suelo de la ciudad. El
2005, DRP fue notificado
como el macroemisor de estos contaminantes, pues contribuía con más del 90%. Definitivamente
ello afectó la salud de los pobladores de La Oroya, de las comunidades y la
agricultura desarrollada en la cuenca del Mantaro.
Son conocidos los graves efectos en la salud de estos contaminantes,
el dióxido de azufre puede causar irritación de las vías respiratorias y ojos,
exacerbar los casos de bronquitis y asma y dañar severamente el sistema
respiratorio a mayor el tiempo de exposición, el plomo afecta el sistema
nervioso central, reduce la capacidad de aprendizaje y genera transtornos en la
conducta, el arsénico y el cadmio son cancerígenos pues atacan directamente los
órganos blandos.
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